sábado, 31 de agosto de 2013

Historia de una histeria

Es la primera vez que voy a contar esto. Bueno, lo he escrito en mi diario pero nadie más lo sabe. He pensado en hacer daño, mucho daño. Digo, si he pensado en matarme por qué no le haría daño a alguien más. Pero no es tan sencillo como piensas. No. Es decir, no es como ¡Déjame en paz y muérete! No. He imaginado a detalle lo que haría con algunas personas. Quisiera sacarles los ojos y las tripas. Sé que suena cruel pero a veces me gustaría ser la más despiadada con esas personas que según yo no merecen vivir.

A veces pienso que si eliminara a todas aquellas personas que alguna vez me hicieron enojar estaría completamente sola en el mundo. Bueno, ahora que lo escribo me doy cuenta que estoy loca y no me hace bien guardar tanto odio y rencor cuando los demás ni siquiera se enteran de cómo me hicieron sentir y el desprecio que les tengo.

Muchas veces son pequeñas cosas que se me olvidan pronto, pero si me hacen otra les recuerdo hasta el mínimo detalle en el que me fallaron. ¡Maldita memoria de elefante! Sé que no soy perfecta. Nadie puede serlo, pero al menos intento ser buena con los demás, soy detallista, disfruto a mi familia y a mis amigos y me da rabia que no me correspondan.

Gente que odio: Los secuestradores, los violadores, los que abusan de las mujeres y los niños, los que utilizan su poder económico para destruir a otros, los políticos, los taxistas que se te meten en el camino, los prepotentes, los que hablan hasta el cansancio, los necios, los cursis, los que siempre llegan tarde, los vividores, los niños con celulares caros, la gente que lleva bebés a los cines, los que hacen ruido al masticar o sorber el café, las niñas que piden frapuccinos en el Starbucks para parecer maduras, pero que no soportan un buen café expresso porque les parece demasiado cargado.

Me da ansiedad la gente que se queda dormida en el metro, quisiera despertarlos para saber a dónde van y darles una patada en la espinilla cuando lleguemos a la estación. También odio las personas obesas que se dicen orgullosos de ser gordos cuando en realidad son demasiado perezosos para cuidar de su salud. Los peores quizá son esos que se pasan la vida quejándose en sus mansiones porque según ellos su vida es una mierda.

Otros que odio son los indecisos. ¡Qué barbaridad! ¿Por qué no pueden tomar una decisión rápido?

-¿Qué quieres comer?
-Lo que sea.
-¿Pedimos pizza?
-No, no se me antoja.
-¿Hamburguesas?
-No, no me late.
-¿Entonces?
-No sé. Lo que tú quieras está bien.
¡Grrrrrrrr! ¡Pásenme el cuchillo que a este lo mato!

Sí, soy algo histérica y paranoica. A veces me dan ataques de ansiedad, ira y desesperación. Debe ser culpa mía, no puede ser que todo el mundo esté equivocado o en contra de mí... ¿O sí?

Sé que soy una persona difícil, mucho más complicada de lo común o al menos eso parece, aunque a veces pienso que si pudiera entrar a la mente de los demás me daría cuenta que todos están tan locos como yo, pero nadie expresa lo que siente. Y decir "Tengo tantas ganas de hacerle daño a alguien" te puede llevar a la cárcel o al manicomio.

Por ejemplo, aquel tipo en la discoteca que llega por detrás y sin avisar te agarra el trasero. ¿Te lo puedes creer? Un total desconocido cree que puede hacerte eso como si fuera lo más normal del mundo. La primera vez que me pasó me asusté tanto que me salí del lugar y me puse a llorar. ¡Maldito! La segunda vez hice tal escándalo que mis amigos lo molieron a golpes. Mi mamá dice que yo los provoco por vestirme así, pero ella qué puede saber, si a pesar de dedicar todo su tiempo a la iglesia y hacerse pasar por santa, yo que soy su hija sé que es una bruja malhumorada que le ha hecho la vida miserable a mi papá.

Pero también hay que reconocer si es fácil ponerme histérica, es más fácil ponerme contenta. No se necesita mucho, son pequeños detalles. Por ejemplo, el otro día bajé a dejar la basura sin bañarme, ni arreglarme, con el cabello sostenido por una coleta y con ropa de ejercicio y un señor se paró a decirme: Disculpe que la moleste señorita, a una persona tan bella como usted no debería ni hablarle, pero busco trabajo o si hay algo en lo que pueda ayudarle para ganarme unos centavos. Mi reacción fue decirle No traigo dinero, lo siento. Y empezó a hacerme platica, que si de donde era, que si era casada (le dije que sí por precaución), que parecía extranjera, cuántos hijos tiene, quiere mucho a su esposo, yo vivo con una joven como usted, morena y bajita de estatura, bueno dígale a su esposo que la cuide mucho, que la quiera para que cuando lleguen los hijos sean muy felices. Y se fue.

Cuando ya estaba por desaparecer en la esquina lo llamé con un grito ¡Hey! ¡Hey, señor! Regresó y le pregunté si ya había comido, obviamente no había probado bocado en todo el día, así que le dije que no tenía trabajo para él, pero sí algo de comida para darle. La idea era prepararle un par de emparedados para que se los llevara, pero tenía tan buena onda que le serví en la mesa y se quedó un par de horas. ¡Cuánto me hizo reír este hombre! Me pasó por la mente meterlo a bañar porque venía muy sucio y olía realmente mal. Lo veía hablar y pensaba si lo dejo remojando en cloro una hora y luego le doy una buena restregada con jabón para quitarle toda la mugre quedaría guapísimo.

Quizá me dijo lo de bella y eso porque necesitaba la ayuda, quizá fue de corazón, lo importante es que esto me alegró el día por completo, espero poder hacer eso por alguien más algún día.

viernes, 30 de agosto de 2013

Fin de semana ecológico

¡A disfrutar de la naturaleza!

Juicio sumario

Llevaba varios días en el rancho de los abuelos. Los primos mayores dijimos a los pequeños que iríamos a cazar víboras y nos fuimos a un lugar apartado. Esperamos un buen rato haciéndonos los locos para cerciorarnos que no pasara nadie por ahí. Encendí el canuto con un cerillo y les expliqué como debían fumarlo. El humo en los pulmones hasta que no aguanten más. Les costó trabajo porque tosían mucho pero al poco rato ya todos teníamos risa contagiosa. El olor de la hierba quemada llegó hasta el corral donde estaba la abuela dándole desperdicio a las gallinas. Tíos, papás y abuelos nos hicieron juicio sumario. Intenté negarlo pero me delataron la risita tonta y los ojos rojos de Belcebú. Castigada por dos meses.

jueves, 29 de agosto de 2013

Valeria quería besarme

A los catorce años me expulsaron del colegio. Dijeron que había intentado besar a una niña en  los vestidores. Mamá enloqueció. Me azotó y me castigó. Desconfiaba de mí y revisó mis cosas.  Encontró las fotos que me hizo aquél hombre y algunos de mis dibujos. Mi pequeño mundo se vino abajo. Sólo papá supo la verdad. No la intenté besar. La besé y ella me besó. Llevábamos semanas intercambiando mensajes de amor. Cuando nos sorprendieron ella se asustó y dijo que yo la había forzado. Luego negó que nos hubiéramos besado y cambió la versión a “Valeria quería besarme.”. Papá fue comprensivo. Dijo que vendrían días muy difíciles y me aconsejó que los afrontara con dignidad. Pronto todo estará bien. Tenía razón. Mamá me llevó al internado y ahí conocí a la madre Eudith.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mujeres pilotos del ejército mexicano


Voy a morir, lo sé

Saco del escondite la bolsita donde guardo la hierba. En casa no fumo porque me matarían a palos, pero tengo unas pastillas que me regaló Juan. No sé qué es, pero él asegura que me gustará. Quiero volar pronto así que las tomo todas de una vez. Cambio la música por algo más relajante y me acuesto a esperar el efecto. Pasa el tiempo y sólo siento cosquilleo en la piel y los músculos relajados. Esto es una mierda. Salgo a buscar agua porque muero de sed. Papá está en la sala afinando su guitarra, como siempre. Lo saludo y me dice algo que no comprendo. Cuando cojo el vaso me doy cuenta que pesa mucho. Oh, oh. De la nada me llegan unas náuseas extremas. Corro al baño a vomitar. No debí comerlas todas. Estoy limpiando el piso y en un pestañazo ya estoy de nuevo en mi habitación. Pero qué demonios. ¿Cómo llegué aquí? El tiempo pasa lento y la luz es muy brillante. Los colores están vivos y se mueven. Esta cosa es potente. Intento caminar y me voy de bruces al suelo duro. Vomito otra vez. Voy a morir. Lo sé. Abro los ojos y veo a Ana acostada junto a mí, con su piel blanquísima y su cabello negro. Sabe que estoy sufriendo. Acaricia mi mejilla y dice: Si mueres tu mamá encontrará los cuadernos.

martes, 27 de agosto de 2013

Lugar de lujuria y desenfreno


Esta noche no la vas a olvidar

Lo acabo de conocer pero es guapo y me ha estado calentando toda la noche. Salimos del antro sin despedirnos de los amigos. He combinado mucha hierba y vodka, pero me siento bien. Cuando llegamos a su casa reconozco el lugar. He estado antes aquí. Resulta que es el hermano mayor de Fredy, mi compañero del colegio. Demonios. Empiezo a dudar. Ya hay demasiados chismes sobre mí. Me quiere convencer con besos y caricias. Analizo la situación. He mentido sobre mi verdadero nombre, así que Fredy jamás se enterará que estuve ahí. Ok, vamos. Entramos en silencio y me lleva al jardín. Se desnuda completamente y se mete a la piscina. “Está deliciosa el agua. Ven”. Bueno, si ya estoy aquí por qué demonios no. Me quito la ropa y me aviento de un clavado. Juego a que le huyo. Cuando me alcanza paso mis brazos sobre sus hombros y abrazo su cintura con mis piernas. ”Esta noche no la vas a olvidar”. Ok. Descubro que además de guapo es bastante hábil. Me tengo que esforzar para no hacer ruido. Después de hacerlo ahí nos vamos a su habitación. Se mete a la ducha conmigo. Quiere más. Ok. Empieza a amanecer cuando por fin nos vamos a la cama. Estoy exhausta. Me duele un poco la cabeza y tengo resaca del alcohol. Sale de la habitación a buscarme un vaso de agua. Me quedo dormida. Me despiertan las caricias de su lengua entre mis piernas. Vaya. Es insaciable. No sé cuánto tiempo ha pasado pero ya es de día. Que rico despertar así. Muevo las caderas para demostrarle que lo estoy disfrutando. “Te amo... te amo… siempre te he amado.” Sonrío y me muevo más rápido. Momento… ¿Te amo?… Levanto la sábana y encuentro entre mis piernas la sonrisa con brackets metálicos de Fredy.

lunes, 26 de agosto de 2013

Los años maravillosos


Despresurización

Es el primer día que me dejan manejar sola el viejo Renault de papá. Voy a buscar a mamá a su clase de catequesis. Debería sentirme contenta pero no estoy disfrutando el viaje. Tengo cólico y siento el estómago pesado. No sé si me cayó mal la cena picante de la noche anterior o el café concentrado de esta mañana. El aire se siente pesado. Estoy sudando. Hace mucho, pero mucho calor. Debe ser el preludio de una tormenta. Acelero porque no me siento bien. Mi estómago hace ruidos raros, luego se queda en silencio un momento y finalmente mete presión para desalojar todo su contenido. Aprieto el trasero con todas mis fuerzas. Duele. Giro a la derecha en la esquina y veo a mamá con el padre Castro en la banqueta. Me saluda a lo lejos con la mano. Sé que no podré evitarlo. Satanás quiere salir por mi trasero y si no lo dejo me lo va a reventar. Oh, Dios. Bajo la velocidad. Tengo que dejarlo ir. Despresurización en 3… 2… El alivio es inmediato pero ahora mis nalgas se resbalan en la porquería. El olor es terrible. Cuando me detengo junto a mamá la escucho decir: “Súbase padrecito, nosotras lo llevamos”.

domingo, 25 de agosto de 2013

El enchufe

La tarde pasa lenta mientras fumamos hierba tiradas en el sofá. Están pasando una buena receta en Utilísima pero no logro concentrarme. Violeta busca algo en su bolso. Se ve preocupada. Le pregunto qué le pasa y me dice que olvidó su enchufe anal. Conozco bien ese sentimiento de pánico. Intento ayudarla a buscar en su bolso pero no me deja. Un par de minutos después pone cara de puchero y me pregunta si la podría ayudar con mis dedos. Acepto porque sé lo terrible que es andar sin enchufe. Se levanta la falda, se baja el calzón y se inclina en el sofá. Es una suerte que traiga las uñas cortas. Inserto rápidamente un dedo y lo giro de un lado a otro. Cuando se distiende inserto otro dedo. Ocho minutos después queda lista. Se arregla la ropa, me mira a los ojos y me da las gracias. Se disculpa y se va al baño. Tengo curiosidad. Abro su bolso y lo primero que encuentro es el enchufe. No sé qué pensar.

sábado, 24 de agosto de 2013

La chica del gimnasio

Lunes. Empezar de nuevo. Llego al gimnasio a primera hora. Hay una chica en la recepción. Está de espaldas y no le puedo ver la cara, pero tiene un cuerpazo impresionante. Dejo el back pack en el casillero del vestidor y cuando salgo me la encuentro de frente. Hacemos contacto visual y nos saludamos con una sonrisa. Demonios. Es preciosa. Pasa junto a mí y cuando volteo a verla de espaldas descubro que ella también ha volteado a verme. ¡Qué pena! Estoy haciendo ejercicios de calentamiento cuando veo por un espejo que la chica nueva se ha subido a la caminadora eléctrica. Estoy fascinada con los movimientos de su cuerpo perfecto. En algún momento nuestras miradas se cruzan y me pongo algo nerviosa. Quiero evitar mirarla para no parecer acosadora. No es fácil. Su presencia me atrae y reclama mi atención. Miro el espejo que me da su reflejo y ahí está, trotando sobre el aparato, sudando y… mirándome fijamente. No sonríe ni dice nada. Sólo me mira. No, no. Debe ser mi imaginación. Intento ignorarla y empiezo mi rutina de ejercicio para las piernas. Siento su mirada en mi cuerpo. Sus ojos me acarician y me hacen cosquillas. Miro al espejo y sí, ahí está, viéndome. Quiero tantear el agua y la miro fijamente a través del espejo. 10 segundos. 20 segundos. Su rostro es inexpresivo. Me pasa por la cabeza de que en lugar de querer ligarme pueda ser alguien que me conozca y me odie por alguna razón. No aguantaré la mirada mucho más. Un chico se acerca a ella y la saluda. Gracias Dios mío. Sigo con mi ejercicio mientras pienso que no jugaré más. Debo resolver mis problemas personales antes de meterme en otros. Pasan un par de minutos y muero por saber si sigue pendiente de mí. Disimuladamente miro hacia el espejo y descubro que en su lugar se ha quedado el chico solo. No le dio bola. Me alegro. A ella la encuentro haciendo ejercicio de pecho en un aparato cerca de mí. Está de espaldas. Dejo el ejercicio un momento y pretendo cambiar la música del reproductor del teléfono. Abro la cámara y le tomo una foto justo cuando voltea a verme. Madre de Dios… ¡El flash me delató!

viernes, 23 de agosto de 2013

Antonio

Antonio me gustaba muchísimo. Una tarde estaba en una fiesta ñoña con los chicos del colegio y llegó Antonio con sus amigos del último grado. Ese día por fin se fijó en mí. Vale, estás creciendo muy linda. Como había mucha gente me llevó a otra habitación para poder estar a solas y ahí me besó. ¿Cómo es posible que una niña tan bonita no sepa besar? Parecía molesto, pero no me atreví a decirle que no tenía experiencia para no decepcionarle.

No tardó en bajarse los pantalones y me hizo una seña para que le hiciera un oral. Me acerqué hasta su miembro y me lo mentí en la boca sin saber lo que tenía que hacer. Después de un rato puso sus manos en mi cabeza y pensé que sería como en las películas porno del internet donde el chico se excita mucho y le mueve la cabeza a la chica de arriba a abajo, pero en lugar de eso tiró de mi cabello para quitarme al tiempo que decía que lo lastimaba.

Hazlo con la mano. Empecé con la derecha. Más despacio. Se me acalambró la mano y cambié a la otra. Un par de minutos después me ordenó que lo soltara. Se lo hizo él solo delante de mí y antes de un minuto terminó. Era notable su frustración. Se lavó las manos, se arregló la ropa y salió de la habitación sin decir una sola palabra.

Esperé unos minutos y cuando regresé a la sala lo encontré jugando videojuegos con los chicos. Me senté junto a ellos pero era obvio que ya no tenía interés en mí. Las chicas me veían y se burlaban de mí. Se me notaba en la cara que estaba muy avergonzada. Regresé caminando a casa sintiéndome una mierda total.

jueves, 22 de agosto de 2013

Mariana se hace adicta a mis piernas


Ego amare leer


¿Quieres vivir mil vidas? ¡Lee!
¿Quieres vivir para siempre? ¡Escribe!

La carta

Tenía 14 años y me sentía totalmente enamorada de una chica del colegio. Le escribí una larga carta donde le decía que no debería extrañarle que otra chica le escribiera porque el mundo tiene muchos colores y mi color es diferente al de las demás. Después hice una larga lista de las cosas que me gustaban de ella y le declaré amor eterno. Rematé con algunos estribillos de Dumb.

No soy como ellos
Pero puedo pretender

Mi corazón está roto
Pero tengo algo de pegamento
Ayúdame a inhalar
Y arreglarme contigo
Vamos a flotar
Y pasar el rato en las nubes
Luego bajaremos


Dejé la carta sin firmar por miedo a que la usara para delatarme. Robé una pulsera del joyero de mamá y la puse en un sobre junto a la carta. Sellé el sobre con saliva y después de varios días me atreví a meterlo a escondidas en su bolso del colegio. Un par de días después se sentó junto a mí en la cafetería y me preguntó directamente si yo había dejado una carta en su bolso. Puse cara de poker y dije que no sabía de qué hablaba. Me levanté de la mesa y caminé sin mirar atrás.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Alucinación

Llego tarde a mi apartamento. Está muy oscuro. Le doy al apagador pero no se enciende la lámpara. Intento de nuevo. Nada. Quizá se fundió el foco. Dejo mi bolso en la mesa y tiro los tacones estirando las piernas. Me quito el sostén. Placer de Dioses. Estoy un poco mareada. Camino a tientas hasta mi habitación. Al fondo del pasillo se ve un ligero rayo de luz que sale por debajo de la puerta. No recuerdo haber dejado la luz encendida. Abro la puerta y me quedo paralizada. Una anciana está acostada en mi cama. Totalmente desnuda. Su piel está muy arrugada y le faltan algunos dientes, pero lo más impresionante son sus ojos totalmente blancos. Cuando me siente, levanta la cabeza, me mira y grita ¿Qué haces en mi casa? Me encierro en el baño. La escucho caminar de un lado a otro. El teléfono móvil se quedó en mi bolso y no me atrevo a salir. Cuando amanece ya no la escucho. Espero un par de horas hasta estar segura. Salgo del baño y ya no está por ningún lado. Mario dice que el ácido me hizo alucinar. Quizá, pero el terror fue real.

martes, 20 de agosto de 2013

Pablo Neruda - Poema 20

Soy un caos

Vi a esta hermosa chica desde el pasillo del detergente. Por coincidencia hacíamos el mismo recorrido en el supermercado. Iba cinco pasos adelante de mí y sus hábitos de compra eran idénticos a los míos. El mismo jabón, las mismas frutas, el mismo desodorante y así. Cuando llegamos al pasillo de los cereales la vi indecisa así que tomé dos cajas de fibra con chispas de yogurt y puse una en su carrito. Puso cara de sorpresa, como diciendo ¿Qué haces? Le digo que desde que llegué he ido tras ella y que por las cosas que ha escogido pienso que esa combinación de cereal le gustará. Abre los ojos muy grandes y da dos pasos atrás. Está a punto de pedir ayuda. Intento acercarme a ella. Le digo que no, que todo es un error, que es muy linda y todo, pero que no la estoy siguiendo.
¡Es sólo un pretexto para conocerte! -Le dije con risa nerviosa.
Toma su bolso, deja el carrito de compras y se aleja apresuradamente. Pensé que llegaría la policía a buscarme. Media hora después me atreví a salir intentado parecer una persona normal.

lunes, 19 de agosto de 2013

¡Vamos a bailar, chicos!

Había una chica que siempre quería ser el centro de atención y para conseguirlo se comportaba de manera escandalosa y algo desagradable. No era muy atractiva, pero en todas las fiestas bailaba y se quitaba la ropa para provocar a los hombres. Ella pensaba que era sensual, pero la verdad es que temblaba gelatina. Créeme, al principio era divertido, últimamente era realmente molesto.
Total, que una noche estábamos en el patio trasero de la casa de Juan. La gente estaba un poco apagada y había pequeños grupos fumando hierba por aquí y por allá. En el momento menos pensado la chica se levanta, sube el volumen a la música y empieza a hacer su grotesco show al grito de ¡Vamos a bailar, chicos! Juan se metió a la casa diciendo “Maldita loca”, pero ella no se dio por enterada. No tardó mucho en quitarse la blusa y bajarse los jeans, inclinando el trasero sobre la gente de manera “provocativa”.
Y entonces… un golpe y una mancha roja en su cabello. Otros golpes sucesivos y manchas de diferentes colores en su cuerpo. ¿Qué pasa? Juan le disparaba bolas de pintura con su pistola semiautomática de Gotcha. Fueron unos diez segundos. Más tiempo hubiera sido cruel. Nunca más la volvimos a ver bailando.

domingo, 18 de agosto de 2013

Soy mexicana, les dije.

Estaba en el río de Vicente López. Me prendo uno. Veo que viene un patrullero a lo lejos, lo apago y lo escondo tranquilamente. El problema es que había uno de civil que lo había visto todo y me llevaron. Soy mexicana, les dije. "Tenemos que justificar el día, quedate tranqui. En una o dos horas salís."
Estaba con el auto de renta, así que tuve que ir manejando, custodiada con 2 patrulleros y un policía adentro conmigo que quería saber qué hacía en Argentina y de paso me preguntó si tenía novio y qué boliches frecuentaba (?). 4 horas encerrada por 1.5 gr.
Por suerte no me metieron al calabozo, me quedé en el patio mirando la tele con el guardia, dos chicos que estaban por medio gramo y una chica más escuchando música con su mp3. También me llevaron al médico para ver como entré a la comisaria (por si te golpean). Un día normal, pues.

sábado, 17 de agosto de 2013

Karma instantáneo

Anoche salí con mis amigos y casi nos atropella un taxi. Teníamos la luz verde del paso peatonal pero no le importó. El caso es que no sólo nos asustó, sino que también nos gritó toda clase de improperios desde la ventana de su auto. Decidimos ignorarlo porque en esta ciudad nunca sabes cómo terminará un pleito callejero, pero algunas personas que también iban saliendo del cine le devolvieron las mentadas de madre y eso lo enfureció más. Aceleró el motor para obligar a la gente a abrirle paso y arrancó a toda velocidad sin darse cuenta que a unos treinta metros había una patrulla que lo había visto todo. No lo pensamos mucho y nos paramos en la acera de enfrente de donde lo habían detenido y cuando le dieron la multa aplaudimos hasta que se fue, con la cola entre las patas.
Seguimos nuestro camino y hablamos de las pocas veces en la vida que podemos ver como regresa el karma de manera instantánea.

viernes, 16 de agosto de 2013

If These Walls Could Talk 2

If These Walls Could Talk 2 es una película estadounidense del año 2000 ganadora de un premio Emmy y un Globo de Oro. Emitido en la cadena HBO, el filme sigue las historias de tres parejas distintas de lesbianas en tres momentos temporales diferentes.

La primera historia tiene lugar en 1961, y presenta a Vanessa Redgrave como Edith Tree. Trata de la muerte de su amante y pareja del alma, Abby Hedley (interpretada por Marian Seldes), y la exclusión que sufre Tree de los subsiguientes asuntos "familiares".

La segunda historia, protagonizada por Chloë Sevigny y Michelle Williams, se sitúa en 1972, y trata sobre las duras divisiones que tuvieron lugar dentro del movimiento feminista de la época.

La tercera historia ocurre en el "momento presente", es más amena y ligera, y tiene como protagonistas a Sharon Stone y Ellen DeGeneres, que interpretan a una pareja de lesbianas que intentan tener un hijo.

¡Chloe Sevigny se ve tremendamente sexy en esta película!



Hotel de paso

Cuando estudiaba la universidad trabajé el turno de noche como recepcionista en un hotel de paso que estaba cerca de mi apartamento. En ese tipo de establecimientos hay mucho movimiento los fines de semana. Por las noches se llena de borrachos que llegan con prostitutas o travestis y es muy común que las prostis se vayan en taxi a la media hora y los borrachos se queden dormidos.
Muchas veces acompañé a las chicas de limpieza y al vigilante a sacar a los borrachos de la habitación cuando se les había acabado el tiempo y era divertido entrar y encontrarlos desnudos en la cama roncando a todo lo que da. Les hablábamos, los movíamos, les jalábamos los pies y si no reaccionaban nos divertíamos haciendo bromas sobre qué tan feo, grande, chico, negro o pellejudo tenían el “coso”.
Entre semana también hay movimiento pero baja mucho la actividad y como empleada te la puedes llevar más tranquila. Había un cuarto que era “especial” porque la puerta de servicio tenía agujeros desde los que podías espiar sin que los ocupantes se enteraran.
El truco era darle esa habitación a parejas atractivas que llegaban de madrugada, encargarle la recepción al vigilante o a alguna de las chicas de limpieza, apagar la luz del pasillo de servicio para que desde dentro de la habitación no se notara que había alguien afuera y quedarnos muy quietecitas para no ser descubiertas.
Así fue como espiábamos a las parejas que tenían sexo maratónico, parejas de hombres, de mujeres, tríos y hasta seis personas teniendo sexo al mismo tiempo en la misma habitación. Era muy emocionante verles, el corazón me latía a mil por hora y tenía que hacer grandes esfuerzos para controlar la respiración.

jueves, 15 de agosto de 2013

Ellen Page

Ellen Page en Whip It

Fucking Åmål (Show me love)

Fucking Åmål (1998), conocida también como Descubriendo el amor (en Argentina y Chile) y en los países angloparlantes como Show Me Love, es una película sueca de bajo presupuesto y temática lésbica que aborda las vidas de dos jóvenes y su iniciación en las relaciones adolescentes en una pequeña y tranquila ciudad sueca. Escrita y dirigida por el cineasta sueco Lukas Moodysson (su primer largometraje), y protagonizada por Alexandra Dahlström (Elin) y Rebecka Liljeberg (Agnes). Estrenada el 23 de octubre de 1998, fue ganadora de cuatro Escarabajos Dorados (equivalente sueco del Oscar) en los Premios Suecos de Cine en 1999. Ha ganado también varios premios internacionales, entre ellos el premio Teddy en el Festival de Cine de Berlín en 1999.


IMDB (En inglés) Wikipedia (En español)



La lesbiseñal


Mujer

Si tienes suerte pasarás la infancia feliz sin ningún tipo de insinuaciones sexuales. De pronto llega la pubertad y comienzan a brotar protuberancias y a delinearse algunas curvas. No tienes idea de por qué o para qué, pero todo el mundo parece darse cuenta y lo comentan abiertamente haciéndote muy consciente de eso.

Tu ropa ya no es apropiada y tus amigas empiezan a usar maquillaje y lápiz labial con sabor a fresa, pero lo peor es que los niños empiezan a verte diferente. Pasan de las clásicas miradas de “niña aléjate de aquí” a miradas de curiosidad que van de tu pecho y a tu trasero. Si tienes las tetas grandes y el culo parado será peor. No faltará el chico que además de mirar intentará tocar. Inexplicablemente te sientes asustada y sucia porque esos atributos atraen las miradas de hombres que piensan en sexo y sólo sexo.

Mientras creces esos niños serán más audaces y atrevidos. Pero no sólo los niños, también los hombres que son mayores que tú por algunos años o incluso décadas. Te mirarán de arriba a abajo, analizando tu cuerpo como si fueras un estante en el supermercado. Intentarán besarte, tocarte, acariciarte o pellizcarte a la primera oportunidad sin preguntarte qué te parece o importarles demasiado lo que pienses sobre eso. Te gritarán piropos agresivos desde sus autos, las obras de construcción, la acera de enfrente o las ventanas de los edificios. Te dirán que en lugar de actuar como víctima deberías sentirte halagada. ¡Cuántas mujeres quisieran tener tu suerte!

Por esa época tendrás tu primer novio. Si es buen chico no te presionará para tener sexo antes de que estés lista. Pero a esa edad no te atraen los chicos buenos. Sólo tienes ojos para los rebeldes. Si decides tener sexo deberás cuidarte de que nadie se entere para que tus amigos no te digan puta o Dios sabe qué más.

Si estás interesada en las chicas tu problema será peor. Además de lesbiana la gente dirá que eres una pervertida. Tus amigas huirán de ti. Los chicos te molestarán y no faltará el que asegure que puede curarte de esa "enfermedad". Así que olvídate de tener una relación abierta. ¡Al clóset!
Sigues creciendo. Aprendes a cuidarte de los hombres y a ignorarlos. Sabes que tus pensamientos no les importan y mucho menos tus sentimientos. Quizá te vuelvas un poco paranoica -¿El papá de Paola sólo quería saludar o estaba coqueteando conmigo? ¿Me está viendo las tetas? Te tratan como a como una niña pero te ven como a una diosa sexual. Odias que la gente se sienta con derecho a mirarte de esa forma y olviden que eres persona que piensa y siente.

Tus inseguridades aumentan. Vives con miedo y construyes un muro invisible para protegerte, porque cada vez que un hombre se te acerca intentará obtener alguna parte de ti, como si le pertenecieras. Para entonces, si no eres tonta, ya sabes que las tetas y el culo son atributos para atraer machos deseosos de aparearse y a cambio están dispuestos a entregar amor, dinero, placer y en casos extremos hasta la vida.

Algunos de ustedes saben de lo que hablo, pero quizá a otros tengo que aclararles que esto es real y que lo viven todos los días sus hermanas, madres o hijas y que, peor aún, ustedes no se dan cuenta que tratan así a las mujeres de su entorno.

El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza: Machista, homofóbico, violento y retrógrado.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Hoy es un buen día para el amor

Hoy es un buen día para el amor. Debo estar ovulando o quizá ya me va a bajar, pero la verdad es que me siento muy atractiva y la gente me mira de manera especial. En estos días, cuando ando en la calle, en el metro o en algún café, siento sus miradas devorarme como si fuera un delicioso chocolatito que hay que desenvolver y saborear lentamente.

Yo, por mi parte, me fijo especialmente en los ojos, los labios y las manos de las personas. Si me gusta alguien trato de hacérselo saber con miradas coquetas que no dejan duda de lo que pienso. Es difícil, porque si me corresponden me pongo nerviosa y si no me dan bola sufro por sentirme rechazada, pero es un juego que me gusta jugar y sé que no llegaré más lejos si la otra persona no da el siguiente paso.

Cuando se trata de coquetear no hay trucos, palabras mágicas o perfumes con hormonas que te puedan asegurar que todos caerán rendidos a tus pies. El ritual del coqueteo es un juego de probabilidades donde en realidad no tienes nada que perder. Es como tirar constantemente un balón hacia la portería. Algún tiro resultará gol. Además, entre más lo practicas mejores resultados tendrás.

Si conoces a la persona a la que quieres ligar puedes invitarla a tomar algo. Eso es lo más fácil del mundo. Si te parece demasiado cliché, investiga que cosas le interesan (arte, deportes, cine, etc). Quizá haya una nueva obra de teatro que quiera ver. ¿Es fan de una banda local? Consigue entradas para el próximo concierto.

Si no conoces a la persona que te gusta puedes usar frases graciosas que ayudan a liberar la tensión del primer encuentro. Por ejemplo, cuando trabajaba en la pizzería había un cliente que me gustaba mucho pero que parecía no estar interesado en mí. Siempre iba acompañado con sus amigos y no había muchas oportunidades para iniciar una conversación con él. Una noche fue el primero de su grupo en llegar y cuando me acerqué a su mesa para tomar su orden le dije "¿Tú otra vez? Si sigues viniendo tan seguido voy a pensar que es porque te gusto o algo así." Se río conmigo y contestó que la pizza le gustaba mucho... pero que obviamente yo también. Pum... ¡Gol!

He aprendido que si preguntas “¿Te gustaría ir a cenar este viernes?” le das la oportunidad de negarse, en cambio “Hey, vamos a cenar este viernes.” es una frase afirmativa, donde no hay la oportunidad de contestar no, porque no estás haciendo una pregunta. No es ningún truco mental, es simple semántica. No estoy diciendo que no pueda negarse, sino que le será más difícil. Si la persona está interesada aceptará de inmediato o sugerirá otro día. Si te rechaza no debes tomarlo como algo personal. A ti no te gusta todo el mundo ¿Cierto? Y ellos no andan lloriqueando porque no los quieres. Entonces tú tampoco tienes porque gustarle a todos. Así funciona el mundo. 

La mayoría de nosotros conocemos el rechazo. Duele terriblemente, por eso lo evitamos a toda costa. Nos hacemos a un lado y nos conformamos viendo como los demás se divierten. Eso es un error. A nadie le gusta ser rechazado, es cierto, pero tomemos el balón y pateémoslo una y otra vez hasta anotar gol. Piensa que te estás perdiendo todos los ligues que no intentas. Eso sí, tendrás más posibilidades si sonríes legítimamente y hablas siempre con la verdad en lugar de pretender ser alguien que no eres. Y cuando esa persona que te gusta te devuelva una sonrisa coqueta sentirás la adrenalina recorrer todo tu cuerpo, con una sensación de alegría que no se compara con nada y entonces sabrás que es un buen día para el amor.

martes, 13 de agosto de 2013

Pequeña aventura de papel

Estaba en Todo de papel buscando un cuaderno para mis dibujos y noté que había una nueva chica trabajando ahí. Aún tengo grabada en mi mente la sonrisa amable que me regaló cuando pasé junto a ella la primera vez. Durante el tiempo que estuve ahí me acerqué un par de veces a preguntarle algunas cosas y cuando hablaba con ella pude notar que sus gestos me decían que estaba poniendo atención a pesar de que sus ojos miraban fijamente mis labios. Algo pasaba entre nosotras y era mutuo.
Nunca he sido yo la que tome la iniciativa, pero ahora que estaba decidida a hacerlo no encontré la oportunidad porque había mucha gente en el lugar. Pagué en la caja y sólo me atreví a agradecerle con algo de énfasis pero intentando no parecer exagerada. Caminé unas cuatro cuadras pensando qué podía hacer para conocerla un poco más hasta que se me prendió el foco.
Me armé de valor y con el corazón a mil por hora regresé a la tienda. La busqué entre los pasillos hasta que la encontré acomodando algunas cosas en un estante. Pude ver algo de asombro y una pequeña sonrisa en sus labios cuando se dio cuenta que caminaba hacia ella. Cuando la tuve frente a mi le pedí que me prestara el lápiz que tenía en la bolsa de su blusa. Escribí mi número de teléfono en una hoja del cuaderno que acababa de comprar y le dije “Esto puede parecerte un poco extraño, pero este es mi número por si algún día quieres llamarme”. Le entregué la hoja y salí de ahí temblando de nervios.
Cuando llegué al apartamento empezó a martirizarme la idea de que quizá hubiera sido mejor pedirle su nombre y su número. ¡Oh, Dios!

lunes, 12 de agosto de 2013

Mapa sonoro de México

Ángeles

Fue la peor época. Habían pasado meses desde la última vez que había puesto un pie en la universidad y me quedaba la mayor parte del tiempo sola en el apartamento. Ya no tenía amigos. A mis 22 años dependía física y emocionalmente de las drogas.
Aquella madrugada de noviembre me llegó la revelación de que moriría pronto. Me levanté, salí del apartamento y empecé a caminar con la imperiosa necesidad de abrazar a mamá. El siguiente recuerdo es el hospital de Puebla.
Cuando tenía drogas sentía una tranquilidad universal. No había nada malo. No existía el dolor. Caía, pero muy suavemente. Vivía en un sueño donde todo estaba bien, pero cuando llegaba el bajón sentía una angustia miserable que me llenaba de ansiedad y desesperación. Sabía que estaba totalmente enganchada y que no había manera de que mi historia terminara bien, pero no me importaba.
Mi mente divagaba en tiempos y lugares imaginarios de paz y tranquilidad. Hubo una dosis que me llevó a un día específico de mi infancia. Un día que no tenía nada de particular y que por ser un día normal era diferente y hermoso. Mamá preparaba la cena en la cocina de la vieja casa y mi yo pequeña estaba en la mesa, entretenida con lápices de colores y un cuaderno.
Mi yo actual era invisible como un fantasma. Recorrí el lugar y lloré junto a mi madre sin que ella notara mi presencia en esa cocina donde estaban todas las cosas en su lugar como si nunca hubiera pasado el tiempo. Mi yo niña me miró a los ojos cuando me acerqué para ver los garabatos que dibujaba en el cuaderno, enjugó mis lágrimas con sus pequeñas manitas y sonriendo me hizo señas para que me sentara junto a ella y no hiciera ruido.
Fue una experiencia tan emotiva que cuando tuve consciencia la escribí para no olvidarla nunca y fue la inspiración para otros cuentos que escribí después. En esos días de viajes psicodélicos se sembraron en mi mente muchas de las historias que están en mis cuadernos.
Como ya no tenía más amigos que me ayudaran con dinero para ir sobreviviendo, algunas veces iba a trabajar a la cocina de un restaurante que está cerca y me daban algunos pesos a cambio, pero como nunca era suficiente. Busqué otras alternativas y en internet conocí a un señor que me pagaba por escribir textos de mujeres promiscuas en situaciones eróticas y me daba dinero extra si le llamaba por teléfono y leía las historias mientras él se masturbaba. También visité con cierta frecuencia la oficina de un señor que me daba algo de dinero a cambio de sexo oral.
De mis días de hambre recuerdo el fin de semana que me quedaban solamente cien pesos y como no tenía opción de conseguir más decidí aprovechar la promoción de 2 x 1 en pizzas. Compré dos pizzas medianas para que me dieran cuatro que me durarían hasta el lunes. El problema de ese plan es que no contemplaba que mi nivel de hambre era superior a mi voluntad, así que para esa misma noche ya no quedaban ni las migajas de las pizzas y no volví a comer hasta tres días después.
Doña Guille, una pequeña ancianita de cabello gris que vivía en el apartamento de junto fue mi ángel protector. En realidad fue un cambio radical, porque siempre me había reñido por el volumen de la música y cuando me la encontraba en las escaleras del edificio me veía como si yo fuera algo menos que basura, pero por mi aspecto se dio cuenta que estaba pasando mucha hambre y un buen día empezó a tratarme con ternura y algunas veces llegaba a mi apartamento con sandwiches o calditos de pollo que ella preparaba. Nunca me preguntó lo que me pasaba. No sé si no le interesaba o no quería entrometerse. Ella sólo se sentaba conmigo y me contaba alguna historia de su juventud mientras me veía comer. Un día me confesó que estaba muriendo de cáncer y que sufría dolores terribles. Iba a llorar pero ella me dijo que llorar era una tontería. Las lágrimas no solucionan nada, sólo te pondrán los ojos de sapo y te verás terrible. Mejor enséñame a fumar hierba. Esa noche el cáncer invadió mis sueños y desperté segura de que moriría pronto.
Mi ángel salvador fue el desconocido que me arrastró hasta un lugar seguro de la carretera la noche que me atropellaron. Llamó a la policía y a la ambulancia, me acompañó al hospital y averiguó mi nombre después de un par de días de investigaciones concienzudas. No tardó mucho tiempo en conseguir los datos de mis padres. Les llamó y les informó lo que me estaba pasando. Entonces, sin decir nada desapareció. Dice mamá que si no hubiera sido por él yo habría muerto.
Cuando regresé a la capital, después de un largo periodo de recuperación y desintoxicación, doña Guille ya no vivía en el edificio y tampoco pude localizar al desconocido que me salvó la vida en la carretera. Soy de esas personas que cree que la mayoría de los seres humanos están podridos por dentro y no son capaces de hacer cosas sin esperar algo a cambio. Yo misma he sido así. Pero también sé que en los momentos más difíciles siempre hay alguien que limpie tus lágrimas con manos tiernas.

domingo, 11 de agosto de 2013

Amor cruel

A este chico lo conocí en la empresa donde estaba haciendo el servicio social. Él era un ejecutivo medio y yo era la chica que sacaba copias, repartía correspondencia, servía café, atendía las reuniones, corregía la ortografía de mi jefe y en fin, hacía un poco de todo. Tenía la obligación de ir dos horas diarias, pero cuando empecé a tontear con él me quedaba más tiempo haciéndole compañía. Era muy moreno, con cuerpo de gimnasio, voz fuerte y aunque tenía personalidad dura era bastante agradable.

Me apasionaba esa actitud de estar siempre en control de la situación y aunque suponía que él estaría interesado en mujeres de su edad, era algo así como mi chico ideal: maduro, establecido y con una idea clara de lo que quiere, pero también tenía muy claro que lo nuestro era diversión pasajera.

Para cuando terminé mi servicio social ya teníamos una relación de pareja y fue cuando empecé a conocerlo mejor, porque ya lo veía fuera del ambiente de oficina, sin el traje de ejecutivo y sin la pose de todo está bien. No le gustaba ir a mi apartamento porque siempre estaban mis amigos y él no se sentía cómodo. Decía que le parecían bobos y pensé que era normal por la diferencia de edades, así que era yo la que lo iba a ver a su apartamento y algunas noches me quedaba con él.

Ahí, en su apartamento, descubrí que era pedorro compulsivo. La primera vez se disculpó. "Perdón, se me salió.". La segunda vez me miró y se río nerviosamente. La tercera vez ya ni se molestó en disimular. Giró la cadera y se aventó uno de lo más sonoro. Atrás habían quedado los días en que se iba al baño a echarse las flatulencias. Su recámara, sus sábanas y almohadas estaban impregnadas de un olor fétido y añejo. Un día rocié la habitación con desodorante ambiental y fue peor. El olor a burritos de chorizo con frijoles y aguacate se mezcló con brisa tropical. Un asco.

A él le costaba mucho trabajo alcanzar el orgasmo, lo cual no es necesariamente malo, pero para mí era frustrante. A las pocas semanas me preguntó si estaría interesada en hacer un trío con él y su amigo. Le dije que me diera tiempo para pensarlo pero se puso tan necio e insistente que terminé diciéndole que no lo haría. Se enfureció, dejó de hablarme durante varios días y luego volvió como si nada.

En una fiesta de la empresa y con algunas copas de por medio me señaló una por una a las mujeres de la oficina con las que se quería acostar. Aseguraba que podía llevarse a la cama a cualquiera de ellas pero que no lo hacía porque me quería y que yo debería agradecerle que me hubiera escogido a mí, porque algunas de ellas eran mejores que yo en muchos aspectos. Yo no sabía si estaba bromeando o lo decía en serio, pero en todo caso no le dije nada porque estaba borracho y no quise hacer una escena delante de todos.

Las cosas empezaron a empeorar. El sexo duraba horas y no paraba hasta llegar al orgasmo aunque yo le dijera que me estaba lastimando y le suplicara que no fuera tan violento. Si yo me negaba a tener sexo se enfurecía. Me dejaba de hablar y no paraba de echarse pedos, como para castigarme. Por supuesto yo tenía que disculparme por no corresponder a su “cariño” como debería.

Al poco tiempo me confesó que veía porno todo el tiempo. Yo, la verdad, no tengo problemas con la pornografía, de hecho un par de años atrás junto con unos amigos habíamos filmado una película casera que supuestamente nos haría millonarios, pero esa es otra historia. La cuestión acá es que él me contó con orgullo que aunque se masturbaba dos o tres veces al día viendo porno en la oficina aún le sobraban energías para tener sexo maratónico conmigo por las noches.

A partir de entonces las películas porno se hicieron parte de nuestro ritual en la cama y aunque él me ignoraba por completo o interrumpía el coito varias veces para poner otra película, al final no estuvo tan mal, porque terminaba más rápido y yo podía descansar.

Después de una larga plática sobre la importancia de la honestidad en la pareja me interrogó sobre todos y cada uno de los hombres con los que me había acostado, quién, a qué edad, qué tal estuvo, donde fue, me gustó o no me gustó, qué posición, cuanto aguantaban, como tenían el miembro y en fin, hasta el más mínimo detalle. A partir de entonces entró en una implacable competencia con todos esos fantasmas de mi pasado  y yo tenía que decirle que ninguno había sido tan bueno, ni tan grande, ni tan potente como él.

Un fin de semana se quedó en mi apartamento y me di cuenta que no se bañó desde el viernes que llegó hasta el lunes por la mañana que se fue. Yo, que soy maniática de la limpieza, pensé que era algo terrible pero peor aún fue que por la noche intentó meterse a la cama de mi amiga Floramia. A la mañana siguiente lo acusó y él lo negó. Estúpida yo, para no hacer problema le dije a Floramia "No te enojes. Le gustas porque estás rebonita." Lo perdoné porque era estupida pero nunca más lo invité a quedarse con nosotras.

Pensé que era mi culpa que él le hubiera hecho eso a Floramia, porque no podía satisfacer su imperiosa necesidad sexual, así que la solución que encontré fue separar a mi novio de mi amiga. Él consideraba su cuerpo un templo, no usaba desodorante ni perfume y en una ocasión, después de mucho negociar, tuve que intercambiar una sesión de sexo oral que duró una hora y media y que me dejó un fuerte dolor en la quijada a cambio de que se rasurara el pubis.

En otra ocasión me contó que algunas veces se masturbaba en la oficina, con todo el mundo a su alrededor y dejaba que su semen se secara en su ropa interior porque le gustaba saber que otras personas olían su sexo. Él tenía la teoría de que las mujeres se excitan cuando huelen la masculinidad del hombre. Según él esa teoría la había comprobado varias veces conmigo, porque algunas noches que dormimos juntos él se había masturbado junto a mí dejando que se secara el semen en su entrepierna y a la mañana siguiente yo le había hecho sexo oral. Lo que no cuadra en su teoría es que era él quien me despertaba por la mañana para que se lo hiciera y no dejaba de insistir hasta que yo aceptaba aunque en realidad me daba un asco tremendo porque tenía sabor agrio.

Aunque sabía que mis amigas hablaban sobre mi situación no les conté nada porque sabía lo que me dirían y no quería escucharlo. Sentía que él me amaba y la idea de dejarlo me atormentaba. La bomba explotó cuando Floramia me recordó que debía cuatro meses de la renta del apartamento que compartíamos y ella no estaba dispuesta a cubrir mis deudas considerando que todo el dinero lo gastaba en mi novio. Él no quería gastar porque estaba ahorrando para comprarse otro auto así que yo pagaba los tragos en el bar, las entradas del cine, las pizzas o las películas en el Blockbuster a pesar de que yo vivía con el dinero que me mandaban mis padres y él vivía de su trabajo.

Por el dinero empezaron las discusiones que siempre terminaban con él culpándome a gritos y yo llorando en silencio. Finalmente terminó el semestre en la universidad y me fui de vacaciones de verano a la casa de mis padres. Después de un par de semanas de estar incomunicada me armé de valor, le llamé por teléfono y terminé con él.

Un par de días después me fui a la playa con mis primos y él se presentó sin avisar a la casa de mis padres. Encontró a mi mamá sola y le contó con exageración muchas cosas de mi vida en la capital, la mala influencia de mis amigos, las drogas y lo promiscua que yo era. Le dijo que a mis diecinueve años yo había tomado un mal camino, pero que me quería mucho y estaba dispuesto a perdonarme todo si yo regresaba y tenía un noviazgo honorable con él.

Mi madre, que es muy conservadora pero que tiene un instinto de protección que no le conozco a nadie más, dice que nada más verlo supo que estaba mal de la cabeza. Le ofreció té, le permitió que dijera lo que tenía que decir y cuando terminó le dijo “Permítame un segundo, señor”. Tomó el teléfono y frente a él le llamó a mi padre y con tono sereno dijo “Busca a los muchachos y vengan armados.”

sábado, 10 de agosto de 2013

Pizza sangrienta

El dueño de la pizzería era mi amigo y algunos fines de semana me llamaban para que lo ayudara en la cocina haciendo un poco de todo. Me pagaban poco, pero me gustaba porque el ambiente era divertido. Estaba contándole a Mariana la historia bizarra del tipo que me propuso matrimonio cuando escuché a alguien decir “De seguro estabas embarazada.”  Era la chica que amasaba la masa, que nunca hablaba y que siempre tenía el mandil sucio. Levanté la ceja y la miré con cara de quién te invitó a mi plática y me dijo con hostilidad “¿Qué? ¿Abortaste?” La sangre me hirvió y mis ojos se llenaron de lágrimas. Mariana dijo “Tranquila, no vayas a hacer una locura.”, pero era demasiado tarde. Levanté los puños y fui tras ella. Después, todo se veía rojo. Ocho puntos de sutura y 27 horas después me contaron que cuando la tuve cerca perdí el conocimiento por el golpe seco del rodillo en mi cabeza. ”Pero… ¿Por qué?” Ella estaba secretamente enamorada del flaco que manejaba la máquina de yogur que al mediodía dijo en voz alta que yo tenía buen trasero.

viernes, 9 de agosto de 2013

Sola en casa

La luz del monitor ilumina mi habitación. Estoy viendo porno. Tengo los audífonos puestos a bajo volumen para estar alerta. La peli es mala pero ya estoy cerca del clímax. Escucho un grito que no tiene que ver con la imagen del video. La puerta de mi habitación se azota. Me quito los audífonos y escucho la voz de mi hermano “…má tienes que ver esto!”. En menos de 3 segundos cierro la laptop, me arreglo el pijama, enciendo la lámpara, me meto bajo las sábanas, conecto los audífonos al iPod, tomo el libro del buró y finjo que no me he enterado de nada.

jueves, 8 de agosto de 2013

Situaciones ridículas

Algunas veces me esfuerzo mucho por hacerme notar y suelo ponerme nerviosa y terminar en situaciones realmente ridículas y embarazosas.

En el Starbucks

Esa chica que me atendía en el Starbucks era súper linda, delgada y tenía los dientes muy blancos que hacían juego con su piel morena. Me gustaba tomar el café ahí porque era obvio que había mucha de química entre nosotras. Siempre me saludaba por mi nombre y me servía el café sin hacerme esperar en la fila.
Aquella mañana había mucha gente en el lugar y cuando me llevó el café a la mesa quise hacerle algo de plática y le dije: ¿A quién se le ocurrió poner a Ricardo Arjona en el sonido ambiental? Es un asco. El tipo se cree poeta. Dan ganas de meter la cabeza a un horno encendido. ¿No es cierto?
La chica me miró con el ceño fruncido y después de un momento dijo en tono dramático: -Soy de Guatemala. “Quién dijo ayer” es mi disco preferido y Arjona es mi cantante favorito. -Extendió la mano y dijo: Son 25 pesos.

En la playa

Todas mis amigas habían ligado desde el primer día y yo había preferido esperar hasta encontrar a alguien especial. Aquella tarde creí que lo había encontrado tomando el sol en la playa y ya llevábamos unos veinte minutos intercambiando miradas de apareamiento cuando finalmente se acercó hasta donde yo estaba y dijo “Hola”. Iba a responderle el saludo cuando se me atoró la menta que tenía en la boca, la tosí impulsivamente y fue a parar a su estómago junto con una mucosa amarillenta. Fin de la historia.

La chica de la librería

En la librería sólo estábamos aquella chica y yo. Pude notar que ella me inspeccionó de arriba abajo, lo que interpreté como un signo de que yo le gustaba. Dicen que existe un radar para detectar ese tipo de cosas pero yo jamás he podido saber a simple vista quien es lesbiana y quien no, a menos de que tengan actitudes demasiado obvias.
Compramos los libros, salimos al mismo tiempo de la tienda y nos subimos al mismo autobús. Durante el viaje de regreso me dediqué a inspeccionarla de manera discreta. Era muy bonita. Llevaba el cabello muy corto, con peinado de niño, pero la prueba irrefutable fue el arcoíris que tenía en su bolso de mano.
Cuando levanté la vista nuestras miradas se encontraron, ella desvió la mirada por un momento y cuando volvió a verme le sonreí coquetamente. De inmediato se levantó, jaló el cordón para que se detuviera el autobús, salió como si de ello dependiera su vida y me dejó con un sentimiento de haber hecho algo terrible.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Pirli

Pirli llegaba cuando menos la esperabas y se instalaba días enteros en el apartamento. Encendía un canuto de mariguana nomás cruzar la puerta y no paraba de fumar y hablar con su voz femenina y su alegría contagiosa hasta que días después se le acababa la cuerda y entonces decidía que era el momento de marcharse. Floramia y yo habíamos descubierto que Pirli era de esas personas que siempre tenía algo que opinar sobre cualquier tema y se esforzaba mucho por decir la última palabra en cada conversación.
En aquella época tenía la costumbre de analizar a las personas que me rodeaban aplicando los mismos razonamientos que habían utilizado los psicólogos conmigo, por eso cuando recién conocí a Pirli pensé que su manía de hablar sin parar ocultaba alguna inseguridad derivada de su homosexualidad, pero luego comprendí que Pirli era tan fácil de descifrar que no te la creías y sospechabas complejos que no existían. Cuando la veías entrar moviendo las caderas con su falda corta, sus piernas largas y sus tacones altos, tenías que dejar de lado cualquier cosa que estuvieras haciendo porque ella te absorbía por completo.
Siempre que llegaba se quejaba del ambiente funerario del apartamento, abría cortinas y ventanas, encendía el estéreo y mientras te contaba el chisme del momento agarraba un trapo o una escoba y se ponía a limpiar aunque estuviera limpio. "Hasta en un mundo feliz tiene que haber alguien que limpie el tiradero." Podías ayudarle o no, ella no te lo pedía ni le importaba, pero verla trabajando en tu propia casa te hacía sentir obligada y buscabas algo que acomodar o limpiar mientras la escuchabas con atención.
Nunca supimos a qué se dedicaba Pirli, dónde vivía o con quién, ella nos trataba como si fuéramos amigas de toda la vida y se daba por descontado que debíamos saberlo. Floramia y yo estábamos seguras de que era puta y cobraba por sexo, pero que era puta cara porque sus historias siempre incluían lugares muy exclusivos y artistas o políticos. También era común que sus relatos terminaran con la moraleja de que “hay muchos más hombres que se acuestan con hombres de lo que ustedes se imaginan.” No me extrañaría que todas esas historias se las inventara, porque en esos días la realidad era relativa a la cantidad de drogas que consumíamos.
Cuando íbamos a los bares hacíamos la rutina de decirle a la gente que Pirli y yo éramos pareja y nos divertíamos viendo las reacciones de los incrédulos cuando nos dábamos besos en la boca para comprobarles que sí éramos amantes. Una vez Floramia y yo intentamos hacerle esa broma a un tipo que nos quería ligar pero nos resultó terriblemente mal. El tipo preguntó quién era la marimacha y yo, abrazando por la cintura a Floramia, le contesté con voz gruesa: ¿Quién crees?, el tipo señaló a Floramia y pude ver cómo desaparecía la sonrisa del rostro de mi amiga. ¿Y yo por qué? ¿Parezco hombre o qué? ¿No puede ser ella la marimacha? El tipo se reía nerviosamente y como no pudo explicar por qué la eligió a ella terminó por levantarse de la mesa. Floramia no quiso volver a jugar a eso conmigo.
Una noche de copas, tachas y demás terminé enrollada con Pirli en la cama de Floramia. Recuerdo que fue muy intenso, pero es todo lo que recuerdo. La última vez que la vi me dijo que me quería mucho en una de sus clásicas despedidas interminables en las que dejábamos la puerta del apartamento abierta para que se ventilara de tanto humo.
Después de un par de meses de no saber nada de ella y ya necesitadas de drogas empezamos a buscarla investigando con quienes la conocían pero todos tenían respuestas diferentes y confusas sobre dónde vivía o cómo localizarla. Pirli llegaba sola, nadie la llamaba.

martes, 6 de agosto de 2013

El sufrimiento

Sufres porque tienes algo que no quieres o porque no tienes algo que quieres. Tener y no tener se sufren igual. Sufres toda la vida. Siempre deseando algo, sin sentirte nunca completamente feliz o satisfecho. Me falta dinero, pareja, trabajo, amor, hijos, paz, venganza, bajar de peso, un automóvil, un nuevo vestido, etc. Personas, eventos o cosas externas nos arruinan la vida. No damos valor a lo que realmente impacta la esencia que somos. El sufirmiento está en nuestra propia mente y procesamos el sufrimiento como dolor cuando realmente no nos duele nada. Él me hace infeliz. Ella no me aprecia. El patrón es injusto conmigo. El maestro me odia. A nadie le gusto. Sin dinero no puedo salir. No le importo a mis padres.
Sufrimos porque así nos enseñaron que debe ser la vida. Nuestros padres se la pasan quejándose porque la forma en que vivimos: Somos rebeldes, fumamos, tomamos, cogemos. Nos gusta la música, el baile, la mota y la cama. Se olvidan que ellos nos educaron.
De persona a persona cambia la manera de sufrir. Algunos nos guardamos el sufrimiento porque no queremos parecer débiles. Sufrimos en silencio. Intentamos lidiar con ese "dolor" y rascamos la herida hasta encontrarle el huesito. Otros no pierden oportunidad para hablar de sus tragedias a quien los quiera escuchar. Una y otra vez los escucharás hablar del día en que descubrió que su pareja le era infiel. Otros evaden el sufrimiento pensando que así lo pueden evitar. Si no le doy importancia no pasará nada. ¿Qué es más fácil luchar o huir? Pero no importa que tan lejos quieran huir, sus problemas siempre les acompañarán. Las personas que desean dejar de sufrir tienen que encontrar la manera de enfrentarse a su sufrimiento.
Los que nacemos beta siempre seremos betas, pero eso no quiere decir que no podamos hacer dieta y ejercicio si tenemos sobre peso; o mandar al diablo a las personas que nos hacen daño; o estudiar/trabajar más para conseguir la calificación o el dinero que necesitamos.
Debemos meternos en la cabeza que no necesitamos la aprobación de nadie para ser felices, ni el último vestido de moda, ni una cuenta de banco abultada. Solo necesitamos paz mental, estar bien con nuestro entorno y con nosotros mismos. Alejarse de los problemas. Sonreír honestamente y hablar siempre con la verdad.


lunes, 5 de agosto de 2013

Mensajes

Estaba en el restaurante con unos amigos cuando recibí un mensaje en el móvil que me hizo sonreír. Lo contesté y recibí respuesta inmediatamente. Los mensajes iban y venían. En algún momento me di cuenta que todos en la mesa estaban callados y mirándome fijamente.
- ¿A quién le mandas tantos mensajes? -Preguntaron en coro.
Con una gran sonrisa en los labios les dije que había conocido a una persona súper hermosa, trabajadora e independiente.
- ¿Podemos ver una foto de él?
- En realidad no es “él”, sino “ella”.
Todos levantaron la ceja sorprendidos.
- ¡Queremos verla!
Fue genial que lo tomaran tan cool. El resto de la cena lo dedicamos a discutir lo linda que es mi nueva amiga.

domingo, 4 de agosto de 2013

Estar en el clóset apesta

Cuando era adolescente perdí a mi mejor amiga porque nos sorprendieron besándonos en el vestidor del colegio. Seguíamos viéndonos en clases, pero nuestra amistad ya no era igual.
Mi hermano mayor hizo un escándalo cuando descubrió unos cuadernos de mi diario y leyó sobre mi interés por las mujeres. Una amiga me contó su historia de terror porque una de sus amigas había salido del clóset y de pequeñas habían hecho pijamadas juntas.
- ¡Pudo haberme tocado! -exclamó con terror.
- ¿Te tocó? -le pregunté.
- No, pero pudo haberlo hecho la maldita.
Prácticamente todas las mujeres heterosexuales que conozco asumen que una lesbiana automáticamente querrá meterse a la cama con ellas. Una de las peores partes de ser gay –hombres y mujeres- es el estereotipo de que todos son depredadores sexuales. Y como éstos hay muchos otros ejemplos de homofobia que suelo escuchar constantemente.
Sé que lo que piense la gente no debería importarme, pero creo que si saliera del clóset muchas personas dejarían de hablarme, como lo hizo mi amiga de la adolescencia, y me quedaría más sola que ahora.
Me gusta pensar que soy diferente. Busco individualidad. Trato de expresar las cosas que pasan por mi mente a través de mis dibujos y mis escritos. El problema es que por mi mente pasan muchas cosas y algunas veces la vida me resulta muy difícil.
Quizá debería quedarme en el clóset toda la vida, aunque sea un lugar triste y solitario.

sábado, 3 de agosto de 2013

Disfraz de puta



Anoche una mujer odiosa me preguntó por qué me había disfrazado de puta. Como iba algo fumada me hizo gracia y levanté la mano en un clásico gimme five que no contestó. No le di importancia. Esta mañana cuando lo recordé me llené de coraje porque en realidad iba vestida de lo más normal.

viernes, 2 de agosto de 2013

La historia de T.

Todo empezó ese sábado que fuimos al zócalo a ver a las parejas intentar romper el récord Guinness del mayor número de personas besándose al mismo tiempo. El ambiente era genial y todo mundo parecía feliz. Los organizadores animaban a los que estaban solos para que buscaran a alguien a quien besar y unos tipos de mal aspecto se acercaron a nosotras con obvias intenciones pero los rechazamos con la mirada. En algún momento T. me tomó de la cintura, me dijo te voy a besar, acercó su cara blanca y me dio un beso tierno y suave. Yo estaba un poco mosqueada porque sentía que la gente nos veía pero ella volvió a besarme y esta vez fue un beso húmedo que mandaba pequeños toques eléctricos a mi entrepierna.

Desde ese día los besos y las caricias se hicieron comunes entre nosotras. Yo me sentía muy moderna teniendo un free con mi mejor amiga, pero antes de que nos diéramos cuenta ya nos decíamos palabras de amor y poco después ya me sentía triste y vacía si no estaba con ella. Nos hicimos inseparables y compartimos nuestra relación con los amigos cercanos. La primera advertencia de locura fue mi berrinche cuando ella se negó a mudarse conmigo porque su universidad estaba al otro lado de la ciudad.

En una rápida serie de sucesos me obsesioné y me convertí en una persona horrible. Sólo con ella era feliz. Ella se volvió el centro de mi universo y dejaron de importarme la escuela y los amigos. El mundo se podía acabar al día siguiente y por mí estaba bien porque yo ya había conocido al amor de mi vida. La veía y podía jurar que brillaba, sus ojos color aceituna eran los más hermosos, su sonrisa me derretía y cuando me besaba yo no cerraba los ojos porque quería verla así, tan cerquita de mí. La segunda advertencia de locura fueron los celos incontrolables.

Cuando no estábamos juntas era el infierno total. Imaginaba que todos se enamorarían de ella porque era muy atractiva y creía que como ella era tan caliente no sería difícil llevarla a la cama. Le llamaba o mandaba mensajes constantemente y si no me contestaba me ponía como loca imaginando que estaba con alguien más. Lloraba porque estaba segura que en cualquier lugar podría conocer a alguien mejor que yo. Y luego, cuando le reclamaba era peor, porque me daba cuenta que ella se molestaba y entonces pensaba que se hartaría de mí y se buscaría alguien que no fuera tan complicada como yo.

Sin motivo alguno empecé a investigarla. Revisaba su teléfono en busca de mensajes románticos. Sospechaba que me era infiel y quería comprobarlo. Tenía su contraseña de Hotmail pero no había mucho más que aburridos correos de la escuela y una carpeta especial donde tenía mensajes viejos que había intercambiado con su novio de entonces y que me hacían llorar por horas. Un mal día me encontré un correo reciente donde solicitaba una beca a la Universidad de Barcelona para una maestría. ¡Se quería ir al otro lado del mundo y no me había dicho nada! Casi me muero. Media hora después encontré un correo que envió a una de sus amigas donde le contaba de sus planes de irse a Europa y le decía que no sabía que hacer conmigo porque a veces sentía que yo era como "un ancla que no la dejaba avanzar".  Que se abra la tierra que me quiero morir. Ahora sí, más claro ni el agua. Tomé un montón de pastillas y llorando me quedé dormida.

Desperté en el Médica Sur. Había mucha luz en la habitación y mamá estaba medio dormida en un sillón junto a mí. Comprendí la situación y lloré en silencio. Otra vez derrotada y en manos de mi madre. Cuando despertó se veía preocupada pero estaba tranquila y eso me animó a contarle lo que me estaba pasando.

Cuando tuvo la oportunidad me dijo con lágrimas en los ojos que yo era su niña y que sufría mucho con mis locuras, pero esta había sido la peor de todas y gracias a Dios T. me había encontrado a tiempo. Me dijo que ella no entendía ese tipo de relaciones entre mujeres y su instinto era darme una solución que no me iba a gustar, así que me hizo prometerle que antes de ver a T. debía volver a mis sesiones con el psicólogo y hacer lo que él me recomendara. Para mí eso estaba bien. No sabía cómo enfrentar a T.

Dos meses después la cité en un café de la Condesa. Estaba muy nerviosa y empecé a hablar como tarabilla sobre asuntos sin importancia. No quería que llegara el momento, pero finalmente le dije de manera apresurada por los nervios que no quería seguir con la relación, ni la amistad ni nada, que prefería no verla más. No entendía lo que pasaba y como no me atreví a decirle que había leído su correo utilicé el rollo de que yo no era lesbiana y que no veía futuro en seguir una relación que me hacía daño. Me miraba extrañada. Cuando por fin me quedé callada, esperó unos segundos y dijo con tono dulce que ella tampoco era lesbiana y que en todo caso si lo era, era por mí, por nadie más, que no había planeado enrollarse conmigo, pero que si en lugar de hacerme feliz me estaba haciendo daño entonces estaba de acuerdo en alejarse de mí. Me quedé muda. Su respuesta me dolió en el alma. En el fondo estaba segura que lucharía por mí, pero no lo hizo. Ni siquiera lo intentó. Con los ojos llenos de lágrimas contenidas, se levantó, me dio un beso en la mejilla y me dijo te quiero pero eres tonta. Después se fue.

Hoy sé de ella lo que todo el mundo sabe, que es muy poco. Sé que anduvo tonteando con un tipo que la embarazó y tuvieron una nena rubia de ojos claros. Sé que vive con él pero que no están casados. Sé que ahora da clases de inglés en un colegio de niños ricos. Y es todo lo que sé. No sé si me recuerda, pero me mata pensar que sólo recuerde las cosas malas de mí. Tampoco sé si es feliz.
El tiempo se ha encargado de aliviar la pena, pero también ha borrado algunos recuerdos de mis días con ella. La vida tiene momentos buenos y malos. Mis días con ella fueron los más dulces y amargos que he vivido. Quiero quedarme con lo mejor de ella y no olvidar su amor, ni el recuerdo de su sonrisa con sus ojos iluminados o el sonido de su voz cuando me decía te quiero.

Cada noche digo su nombre en voz alta antes de dormir y trato de imaginar el calor de su cuerpo junto al mío, como para traerla de nuevo junto a mí. Porque aunque parezca que está ausente no hay instante que no esté en mi pensamiento. He pensado que cuando muera dedicaré mi último pensamiento a ella, por sí es cierto eso de que pasaré la eternidad viviendo una y otra vez con lo último que pasó por mi mente.

En estos días se cumplen tres años desde la última vez que la vi en el café de la Condesa. Aunque es verdad que cada vez pienso menos en T., también es cierto que no he conseguido olvidarla del todo. Sé que lo arruiné todo. Sé que no amaré a alguien como la amé a ella y que bueno, porque ese tipo de amor saca lo peor de mí.

jueves, 1 de agosto de 2013

Aquí pasa algo

¿Cómo interpretar cuando una mujer le dice a otra "Wow.. qué linda! Lástima que no soy lesbiana"?

La raja

A la parte femenina siempre le he dicho raja. Te voy a comer la raja. Hay otras palabras, claro. Vulva, por ejemplo. Y en otros países le llaman de diferente manera, pero ninguna me suena más apropiada que raja. Las demás palabras son demasiado científicas o demasiado vulgares. "Que hermosa vulva tienes" no me suena bien. He escuchado apodos como cosita, puchita, cuca, concha, conejito, panochita y así, pero la verdad es que ninguna encaja como raja. Así que mientras inventan algo mejor para referirnos a la puerta del placer y la vida me quedaré con raja.

Raja, rajita... ¿Por qué estás tan solita?

Floramia y Pirli

Mi llegada al Distrito Federal no fue fácil. En aquellos días aprovechaba cada oportunidad para rebelarme al control militar que mi madre ejercía en casa. No llegaba a dormir, regresaba de madrugada borracha como una cuba, usaba pendientes en la cara, peleaba histéricamente con mis hermanos, me encerraba en mi habitación a tomar vodka directo de la botella escuchando una y otra vez esa canción que me hacía llorar y durante días enteros nadie me veía el polvo.
La bruja (como solía llamar a mi madre) estaba convencida de que esa etapa terminaría cuando me hiciera responsable de mi misma e insistió con firmeza en que terminando el bachillerato debía irme a la capital a estudiar la universidad. A pesar de las protestas de mi padre, que había visto las cicatrices en mis muñecas y prefería tenerme cerca para cuidarme, un buen día de julio tomamos el autobús que nos llevaría a la gigantesca y terrorífica Ciudad de México. Quería regresarme a casa.
En un día hicieron el trámite de la universidad. Me instalaron en una casa para estudiantes de bajo costo que incluía cama y comidas. Me dejaron un poco de dinero y se despidieron de mí con una sonrisa llena de angustia. La señora que atendía la casa era una persona horrible, que pronto se ganó el apodo de la bruja dos porque siempre estaba de mal humor y nos daba de comer patas de pollo hervidas y agua de piña. El lugar era pequeño, sucio y lleno de humedad. Las otras niñas que vivían ahí eran horribles también y agarraban mis cosas cuando yo estaba en clases. Antes de un mes ya estaba viviendo en el  apartamento de Floramia.
A Floramia la conocí en clase de lenguaje y desde el primer día la quise. Era una chica oaxaqueña de aspecto indígena, con el cabello y los ojos muy negros y una cara de todo el tiempo estar tranquila. No tardé en descubrir que mucho ayudaba a su estado de ánimo la marihuana que fumaba día, tarde y noche. Floramia acababa de terminar una relación de dos años con un guarín que la había metido en el mundo de las drogas y aunque su apartamento sólo tenía una habitación para dormir era mucho mejor que seguir comiendo las patas de pollo de la bruja dos.
En ese tiempo también conocí a una traba que en un principio se hacía llamar Perla, pero sus amigos y enemigos le habían ido cambiando el nombre hasta quedar como Pirli, por el pirulí que tenía entre las piernas y ahora ella misma se presentaba como la Piiiirli. Esta chica era una amistad heredada del ex de Floramia y nos visitaba con frecuencia llevando todo tipo de drogas al apartamento. Con ella nos quedábamos hasta la madrugada contándonos la tragedia de nuestras vidas o en algún viaje de hongos, pero cuando no teníamos dinero salíamos a algún bar cercano a ligar, vestidas de putas para que nos pagaran la cena y los tragos. Eso sí, nadie se iba sola con desconocidos y curiosamente era la Pirli la que siempre ligaba, porque a pesar de ser hombre era la que más parecía mujer.
Cuando mi madre se enteró que estaba viviendo por mi cuenta pegó el grito en el cielo y me ordenó regresar a provincia cuanto antes. No quería regresarme a casa.