miércoles, 28 de agosto de 2013

Voy a morir, lo sé

Saco del escondite la bolsita donde guardo la hierba. En casa no fumo porque me matarían a palos, pero tengo unas pastillas que me regaló Juan. No sé qué es, pero él asegura que me gustará. Quiero volar pronto así que las tomo todas de una vez. Cambio la música por algo más relajante y me acuesto a esperar el efecto. Pasa el tiempo y sólo siento cosquilleo en la piel y los músculos relajados. Esto es una mierda. Salgo a buscar agua porque muero de sed. Papá está en la sala afinando su guitarra, como siempre. Lo saludo y me dice algo que no comprendo. Cuando cojo el vaso me doy cuenta que pesa mucho. Oh, oh. De la nada me llegan unas náuseas extremas. Corro al baño a vomitar. No debí comerlas todas. Estoy limpiando el piso y en un pestañazo ya estoy de nuevo en mi habitación. Pero qué demonios. ¿Cómo llegué aquí? El tiempo pasa lento y la luz es muy brillante. Los colores están vivos y se mueven. Esta cosa es potente. Intento caminar y me voy de bruces al suelo duro. Vomito otra vez. Voy a morir. Lo sé. Abro los ojos y veo a Ana acostada junto a mí, con su piel blanquísima y su cabello negro. Sabe que estoy sufriendo. Acaricia mi mejilla y dice: Si mueres tu mamá encontrará los cuadernos.

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